miércoles, 8 de septiembre de 2021

{ te irás }

He vivido mil vidas por cada mirada en la que pierdo un segundo. 
Observo incesante y curiosa, creando universos paralelos donde infinitas posibilidades se abren camino averiguando pasados e imaginando futuros. Pienso en cuantas decisiones habrán tomado para acabar coincidiendo en este momento, qué les ha traído hasta aquí, qué me ha traído a mí. 
Me gusta memorizar partes deshilachadas de cuerpos compartidos creando recuerdos que nunca viví, anécdotas de minutos que nunca marcó el reloj, coleccionando lunares, singularidades.
Me deleito con lo que podría ser, con lo que vería al despertar, conversaciones infinitas, viajes, cambios. Me hago eterna en cada pestañeo, en el roce de mis dedos, en la piel. El olor, el sudor, el color, el dolor. Cada centímetro trazo un nuevo mapa donde perderme. Mimos les dicen, explorar es.
Me mimetizo, entre experiencia y traviesa inocencia, soy el reflejo perfeccionista de lo que esperan ver, un antifaz. Un punto de partida para todo lo que no ha sido o un final insulso acotado por la desidia. Todo es un juego, una adivinanza, es azar. Nunca apostando más de lo que intuyo perderé. No hay compromiso, no hay paciencia, todos se van.
Sólo es una mirada. Un suspiro. Otra vida.
Curiosa por momentos, aburrida también.
Si me quedo más tiempo suele doler. Sólo un segundo, es la ley. Pestañeo y me voy, y me guardo los sueños dentro del cuenco más horrible, alzo banderas rojas, elevo escudo y me esfumo esperando a que mi mente olvide aquello que no ocurrió, todo lo que no viví, haciendo caso al eco de aquellas caídas que dejaron cicatriz.
Y si por el contrario me dejo llevar despistada, me encontraré a mi misma indagando ingenua entre la gente, esperando no coincidir con otro soñador. Y si mis ojos se quedan atrapados con los tuyos en medio del ruido de mi imaginación, puedo dar por perdido el duelo, pues en esa sonrisa cómplice se quedará anclada otra vida que habré perdido por amor.

"Es como cuando estás con alguien y le quieres y él lo sabe, y él te quiere y tú lo sabes, pero, estás en una fiesta, y están hablando con otras personas, y se ríen, y brillan, y se miran a través de la gente y sus ojos se encuentran, pero no porque sean posesivos o sea algo sexual, sino porque ésta es tu persona en esta vida. Y es divertido y triste, pero solo porque esta vida terminará, y es ese mundo secreto que existe justo ahí, en público, imperceptible, que nadie más conoce. Es como eso que dicen de que existen otras dimensiones, pero no somos capaces de percibirlas. Eso es… eso es lo que quiero en una relación. O en la vida, supongo."

lunes, 8 de febrero de 2021

{ destino }

 ¿Qué haces ahí, colocando tus cosas, vaciando tu maleta? 

¿Quién te ha dicho cómo entrar y cómo quedarte? 

Yo no quería, no lo entiendo. No quiero mirarte y sentir que me sobra espacio entre tu pecho y el mío; no quiero besarte como si no hubiese habido otra boca, como aquel día en el cine donde suavemente entrelazaste tus dedos en mi pelo y me sentí caer. 

¿Qué me pasa? 

¿Qué hago? 

Que miedo da todo de repente, que miedo no verte más, no volver a acariciarte, que miedo no escuchar tu risa y dejar de sentir esa paz en tu pecho, en tu piel. Quiero llorar de impotencia sabiendo que me has traspasado como el corte de un papel: sin darme cuenta, rápido y sutil a la vez; me dueles y me escueces y me arañas las murallas que tan bien me habían quedado, y me curas, me llenas, me cuidas haciéndolo parecer tan fácil, tan natural. Eres como un recuerdo de otra vida, yo ya te conozco y tu ya me conoces a mi; como si de un reencuentro se tratara: ya me he perdido en tus ojos antes, ya me han tocado tus manos, yo ya he sentido tu piel. Sé que también te sientes perdido, lo sé porque nos hicieron por igual, esa facilidad para disimular el dolor, la soledad, detrás de un carisma impecable, una sonrisa eterna, ese don para ayudar. No quiero que tengas miedo a ser tu mismo conmigo, no quiero que tengas miedo a arriesgarte, no quiero que tengas miedo a nada nunca más. Confío en la certeza y en la fuerza de tus manos para dejarme caer, y quiero que saltes conmigo, quiero invitarte a volar, a construir un hogar, con los cimientos más firmes, con el calor más puro, con el tiempo y la paciencia del que sabe que ha encontrado su lugar, con todo ese amor que guardamos y que no habíamos podido dar. 

martes, 10 de noviembre de 2020

{ no quiero }

 He querido tanto que ya no sé querer.

A veces releo mis palabras buscando un punto de inflexión, mas no encuentro el momento. Solo se vació y ya no llena, solo filtra, no guarda, solo aleja, no extraña, solo sacia, se cerró. No hay click, no hay más o menos, no hay cosquilleo. Por momentos pareciera que alguno se instala más de la cuenta en mi mente y apenas sacudiendo un poco lo dejo caer fuera si quiero. Cada cual tiene su manera, su forma de tocar, su calor, su mirada, pero confundo sus cuerpos si solo hablo de placer. Aquel que entiende el punto exacto repite, el que no me abruma o me aburre. Solo queda el gris. 

Me pregunto si espero a alguien especial y no anhelo respuesta. Hay domingos por la tarde que me cuestan más, o noches en las que paso más frío, pero puedo dormir igual. No necesito llenar un hueco como antes, porque no hay hueco que llenar. Estoy completa, con o sin, me siento una. Soy suficiente.

Miro a las parejas en la plaza, discuten, se besan, se ignoran. Me dan pereza. Enamorarse así sin control, de forma desmedida y exponerse no tiene sentido en mi cabeza. Claro, que hablamos del corazón, pero no parece haber diferencia. Nadie me duele, nadie me frena, y eso está bien. 

No hay necesidad de suicidar los latidos en un intento desesperado por amar, por aferrarse al más mínimo esbozo de afecto. Cuando el camino es tranquilo se disfruta el doble: sin prisas, sin exigencias, sin dependencia. Solo hacer y dar si quiero, recibir y compartir sin más.

Y estoy bien.

sábado, 7 de noviembre de 2020

{ dosis }

No lo imaginaba así. Mucha inocencia perdida para llegar a una noche que no daba por posible. 

Era el calor de su piel lo que me daba sueño, ese tacto suave como el café de sus ojos, sus manos.

La luz tenue cual atardecer ambientaba esa sensación que solo produce el fuego, esa intimidad, ese deseo de arder y consumirse hasta en el más ínfimo rincón. Cenizas, acumuladas por años, se encendían como el color en mis mejillas, como el brillo de mis ojos, y se perdían entre la tela de la ropa que nos quitamos y esa a la que me agarraba con fuerza arañando el sudor.

Me sujetaba firme, imponiendo, y me presionaba con sutileza; me acorraló como si me arropara, y sobraba deseo suficiente entre su pecho y mi espalda para sentirme indefensa, y desnuda, y la intensidad se acumulaba y atropellaba mi respiración, ya no controlaba nada, me dejé perder entre sus brazos, sus dedos. No paraba. No me dejaba parar.

-Tenía ganas de tenerte así- murmuró despacio en ese espacio izquierdo entre mi nuca y mis pendientes, dejó caer esas letras que se escurrieron por mi pelo y se estremecieron mis pupilas arqueando mi espalda mientras hundía sus dientes en mi piel; yo no podía casi respirar, solo sujetarme a su brazo con desesperada devoción suplicando en mi mente una pausa inconcebible mientras no dejaba de temblar. -Me voy a correr- susurró entrecortando el sonido en sus palabras y en la intensidad de suaves e interminables segundos nos quedamos allí, sin aliento, apretados, sedientos y saciados envueltos en complicidad.

Cómo le digo ahora a mi cabeza que pare el bucle de sílabas que salieron de su boca en ese instante, y a mi cuello que deje de estremecerse en el recuerdo del tacto de su voz. Esa luz avivando la piel. Me mata pensar que perdimos tanto tiempo y me urge detenerlo para dejarle de pensar, para sentirme de nuevo indefensa, y desnuda, para que me tenga así una vez más.

No lo imaginaba así.

domingo, 30 de agosto de 2020

{ basura }

Saber que él ya hablaba con ella mientras estábamos juntos, los likes en sus fotos desde antes de hacerlo oficial, que se quede a dormir como si fuese algo natural, que no apuesten por algo más porque no es el momento pero luego con otra si, aguantar las miraditas y los comentarios, que no tenga tiempo ni para un mensaje cuando supuestamente era el amor de su vida, esas comparaciones cuando hablo de algo en lo que quiero sentirme protagonista, con ella me esfuerzo pero tú no te olvides las bragas no vaya a ser, las conversaciones que ni se me pasaron por la cabeza que pudiesen existir, aquel mensaje sin respuesta, ser el segundo plato, la ironía de revisarme el móvil, esa despedida insulsa después de todo lo que compartimos, que no volvamos a hablar después de hacerlo y todo lo que aún se me escapa.

Asco, rabia, decepción. Qué ingenua, ilusa. Qué pérdida de tiempo.

No quiero nada más, gracias.

jueves, 27 de agosto de 2020

{ realidad }

A veces dejar a un lado los comentarios, las comparaciones, las miradas, la falta de reciprocidad, de iniciativa, de atención, de dedicación, los detalles, es complicado. Los abrazos para dormir, la manita, la conexión esas veces con las lucecitas, los gustos compartidos, ayudan siempre. Sentirme a salvo. Siempre esperando a que me llegue un desayuno a casa o a que invites tú, a que sea en mi cama y no en la tuya, a que me hagas una cena rica y no pedir a domicilio, a no hablar de nadie más, solo tú y yo, a unos mimos porque si, a que hagas sin pedir, sin haber hecho yo antes, siempre esperando. No entiendo por qué, es como si por momentos no necesitase más y por momentos me sintiese como un saco de boxeo. Expectativas por defecto, o no. Solo quiero el otro cincuenta.