martes, 10 de noviembre de 2020

{ no quiero }

 He querido tanto que ya no sé querer.

A veces releo mis palabras buscando un punto de inflexión, mas no encuentro el momento. Solo se vació y ya no llena, solo filtra, no guarda, solo aleja, no extraña, solo sacia, se cerró. No hay click, no hay más o menos, no hay cosquilleo. Por momentos pareciera que alguno se instala más de la cuenta en mi mente y apenas sacudiendo un poco lo dejo caer fuera si quiero. Cada cual tiene su manera, su forma de tocar, su calor, su mirada, pero confundo sus cuerpos si solo hablo de placer. Aquel que entiende el punto exacto repite, el que no me abruma o me aburre. Solo queda el gris. 

Me pregunto si espero a alguien especial y no anhelo respuesta. Hay domingos por la tarde que me cuestan más, o noches en las que paso más frío, pero puedo dormir igual. No necesito llenar un hueco como antes, porque no hay hueco que llenar. Estoy completa, con o sin, me siento una. Soy suficiente.

Miro a las parejas en la plaza, discuten, se besan, se ignoran. Me dan pereza. Enamorarse así sin control, de forma desmedida y exponerse no tiene sentido en mi cabeza. Claro, que hablamos del corazón, pero no parece haber diferencia. Nadie me duele, nadie me frena, y eso está bien. 

No hay necesidad de suicidar los latidos en un intento desesperado por amar, por aferrarse al más mínimo esbozo de afecto. Cuando el camino es tranquilo se disfruta el doble: sin prisas, sin exigencias, sin dependencia. Solo hacer y dar si quiero, recibir y compartir sin más.

Y estoy bien.

1 comentario:

Danilo Dawson V. dijo...

Exacto.
Huir de la propia sombra es un camino sin salida