sábado, 7 de noviembre de 2020

{ dosis }

No lo imaginaba así. Mucha inocencia perdida para llegar a una noche que no daba por posible. 

Era el calor de su piel lo que me daba sueño, ese tacto suave como el café de sus ojos, sus manos.

La luz tenue cual atardecer ambientaba esa sensación que solo produce el fuego, esa intimidad, ese deseo de arder y consumirse hasta en el más ínfimo rincón. Cenizas, acumuladas por años, se encendían como el color en mis mejillas, como el brillo de mis ojos, y se perdían entre la tela de la ropa que nos quitamos y esa a la que me agarraba con fuerza arañando el sudor.

Me sujetaba firme, imponiendo, y me presionaba con sutileza; me acorraló como si me arropara, y sobraba deseo suficiente entre su pecho y mi espalda para sentirme indefensa, y desnuda, y la intensidad se acumulaba y atropellaba mi respiración, ya no controlaba nada, me dejé perder entre sus brazos, sus dedos. No paraba. No me dejaba parar.

-Tenía ganas de tenerte así- murmuró despacio en ese espacio izquierdo entre mi nuca y mis pendientes, dejó caer esas letras que se escurrieron por mi pelo y se estremecieron mis pupilas arqueando mi espalda mientras hundía sus dientes en mi piel; yo no podía casi respirar, solo sujetarme a su brazo con desesperada devoción suplicando en mi mente una pausa inconcebible mientras no dejaba de temblar. -Me voy a correr- susurró entrecortando el sonido en sus palabras y en la intensidad de suaves e interminables segundos nos quedamos allí, sin aliento, apretados, sedientos y saciados envueltos en complicidad.

Cómo le digo ahora a mi cabeza que pare el bucle de sílabas que salieron de su boca en ese instante, y a mi cuello que deje de estremecerse en el recuerdo del tacto de su voz. Esa luz avivando la piel. Me mata pensar que perdimos tanto tiempo y me urge detenerlo para dejarle de pensar, para sentirme de nuevo indefensa, y desnuda, para que me tenga así una vez más.

No lo imaginaba así.

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