jueves, 27 de agosto de 2020

{ realidad }

A veces dejar a un lado los comentarios, las comparaciones, las miradas, la falta de reciprocidad, de iniciativa, de atención, de dedicación, los detalles, es complicado. Los abrazos para dormir, la manita, la conexión esas veces con las lucecitas, los gustos compartidos, ayudan siempre. Sentirme a salvo. Siempre esperando a que me llegue un desayuno a casa o a que invites tú, a que sea en mi cama y no en la tuya, a que me hagas una cena rica y no pedir a domicilio, a no hablar de nadie más, solo tú y yo, a unos mimos porque si, a que hagas sin pedir, sin haber hecho yo antes, siempre esperando. No entiendo por qué, es como si por momentos no necesitase más y por momentos me sintiese como un saco de boxeo. Expectativas por defecto, o no. Solo quiero el otro cincuenta.

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