A veces uno amanece
con ganas de extinguirse.
Como si fuéramos velitas sobre
un pastel de alguien inapetente.
A veces nos arden terriblemente
los labios y los ojos y nuestras narices
se hinchan y somos horribles
y lloramos y queremos extinguirnos.
Así es la vida, un constante
querer apagarse y encenderse.
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