miércoles, 21 de noviembre de 2012

{ contr-adicción }

No quiero perderte. No quiero hacerlo y tampoco quiero caer en el error de tropezar dos veces en el mismo agujero negro que se fue creando en un rincón del que sigue siendo nuestro universo azul y verde, no quiero perderme dos veces entre lo que dices y lo que haces, no quiero llegar al punto en el que sea demasiado tarde para volverme a encontrar. Creo que hoy te lo he demostrado, con el abrazo, con nuestras manos, con el beso. Arrastran todos miedos e intensidad, como si no fuésemos a tener otra oportunidad para repetirlo, como si se tratase de un último aliento que no quiere acabar. Me haces dudar de cuán lejos quiero estar de tu boca, de cuán lejos quiero estar de tus manos, de cuán lejos quiero estar de ti. Me haces dudar y dudo. Dudo de las decisiones que he tomado, de las cosas que he dicho, dudo de lo que siento. Rompes los esquemas que arma mi corazón para huir del daño y te cuelas por las grietas que aún quedan a causa de la lluvia y las tempestades, me hipnotizas y me atrapas sin que pueda ni desee detenerte. Entonces es cuando lloro. Lloro por la impotencia de saber que harás conmigo lo que quieras porque sigo sintiendo, lloro porque me duele haber tenido que llegar a este punto para que fueses consciente del daño que me causabas, lloro porque nos perdemos el uno al otro y porque me gustaría no haber tenido que frenar ahora algo que podría haber sido mucho más. Sé que haces un esfuerzo por entender todo lo que estoy haciendo, por regresar a lo que un día fuimos, pero necesito tiempo para ver si de verdad eres capaz de comprender lo que necesito, porque no cambiamos de un día para otro y porque al igual que tu esperas por mí para que volvamos a ser, yo espero por ti y porque las muestras, que me puedan dar seguridad para ello, sean evidentes. Estos son los motivos por los cuales nos quedamos así, como estamos ahora, entre un sí y un no, en una escala de grises, en un tira y afloja. Y por eso, no podemos hacer más que ver el tiempo pasar, sintiéndonos inconformistas, dejando que los momentos se sucedan hasta que sean suficientes para tomar la siguiente decisión.

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