miércoles, 24 de junio de 2015

{ punto }

No recuerdo la última vez que le oí decirme "Te quiero".
Creo que nunca llegó a decirme "Te amo".
Yo solo escuchaba "y yo", y a veces ni eso,
como si fuese lo mismo.

Sus buenos días en italiano,
sus motes cariñosos,
buscar mi mano siempre,
decirme lo mucho que le gustan mis ojos,
llenarme de besos.

A veces siento que ya no está,
que espera a que yo me canse y quiera irme,
que él no puede dar ese paso.

Siento que mis muestras de afecto le son cansinas,
que le molesta que quiera mimos cuando estoy con él,
o simplemente estar conmigo.
Que le molesta que le pida algo para mi,
como si hacerlo supusiera un esfuerzo,
o como un favor que no le apetece hacer.
Soy como la amiga con derechos que se ha enamorado.

Me siento una carga,
una pesada y exigente compañía,
que ha de llegar al límite para atisbar respuesta.

Nunca pensé aquel día en la imprenta,
que llegaría el día en que al mirarte
tus ojos no brillarían igual.

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