domingo, 10 de noviembre de 2013

{ abu }

Os paseáis y contoneáis entre mis cosas como si fuerais dueños del sudor que otros han tenido que dejarse en esos recuerdos que ahora mancilláis. Estáis destrozando mi infancia, mi memoria. Lo poco que fuisteis para mi ha muerto hoy con mis lágrimas, lagrimas que brotan entre la rabia y el daño que me habéis causado incesantemente desde que ella enfermo. Espero que os pudráis en vuestra envidia y vuestros celos por no tener vuestro padre y la cornuda de su mujer el coraje de hacer de vuestras miserables y asquerosas vidas algo mejor. Doy gracias por no ser como vosotros, chabolistas de mierda. No merecéis ni la mitad de lo que tenéis y ni siquiera sois agradecidos por ello. Ojalá que os corrompa el cáncer en un intento por devolverle a mi ángel la vida que le habéis estado quitando, ojalá vuestra muerte sea solitaria y este llena de demencia y traición tal y como vosotros habéis hecho con ella. Y yo, que daría lo que fuera por pasar más tiempo a su lado, por sentir sus manos en mi pelo haciéndome una trenza una vez más, por verla cocinar en su cocina, por verla tejer junto al hogar, por pasar más tiempo en esa casa donde alguna vez disfruté de mi inocencia, siento que me rompo a kilómetros de distancia de ese corazón que poco a poco se apaga, por no poder hacer nada más de lo que hicimos y no puedo evitar que la culpa me invada. Demonios codiciosos ignorantes y estúpidos, no reconoceríais el oro ni aunque lo tuvierais en la puerta de al lado. La justicia llegará, estoy segura de ello, las malas personas tarde o temprano mueren como tal. 

Nunca fuisteis mi familia y nunca lo seréis. 

Te quiero mi ángel, como a nada en esta vida, y espero que algún día puedas perdonarme por dejarte allí entre tanta hiena y tanto buitre.

No hay comentarios: