sábado, 17 de septiembre de 2011

{ 8 segundos }

Otro día. Otra noche.
Después de varios intentos fallidos. Miraste y sonreíste. Mire y sonreí. Algo volvió.
Después te fuiste y yo también. Te eche de menos. La sensación fue y es extraña.
Como enseñarle a un niño un caramelo, decirle que lo abra y justo cuando va a comérselo pedirle que te lo devuelva tal y como se lo diste. Un mensaje y volviste. Regresaste y te quedaste.
Todo empezó otra vez. Pero no desde el principio. Volvieron las miradas, los nervios, las sonrisas, lo que te di y me diste. Aparecieron las caricias, los mimos y gestos cargados de cariño.
Entonces me di cuenta. Ese algo no volvió. Porque nunca se fue. Empezó tan rápido y paso tanto en tan poco tiempo, que después no paso nada y frenamos en seco. Ahora continuamos desde donde todo se estanco, con calma, con sinceridad. Solo necesitamos mantener el ritmo. Esto ha dejado de ser un juego, pero aun no sé lo que es.

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