domingo, 12 de abril de 2015

{ abril }

Y estábamos allí,
tumbados en aquella cama tan perfecta,
tan calentita y tan nuestra,
y el me hablaba de no sé qué,
de qué sé yo,
y yo escuchaba aquella música
que sonaba de fondo,
esa que me hacía quererle tanto,
y le veía moverse y parlotear
tan gracioso, tan lindo y tan suyo,
y el corazón me retumbaba en el pecho
como animal desbocado,
me ardían las palabras en los labios,
me podían las ansias de decírselo.
Le llamé por su nombre,
tan suave, tan curioso y tan suyo,
y le miré a los ojos
mientras una lagrimita se me escapaba
de la emoción.

- Te amo - le dije.
- Y yo - me dijo.

Y hoy puedo jurar
que nunca he sido tan feliz.

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