A veces hay que rendirse para ganar. Y a veces no gana nadie.
Y allí donde uno toca fondo, donde ya no queda nada, llega el momento de decir se acabó.
Es el punto que impulsa a purificarse. Física y emocionalmente. Quedarse en blanco.
Y Volver a empezar.
Y Volver a empezar.
Fue allí donde yo me decidí a apartar la vista del suelo. Atajar un rayito de luz. Un pedacito de esperanza. Donde apareciste tú, preparado para compartir una hamburguesa conmigo.
Y la vida, si hacía falta.
Y aquí sigo hoy, vaciando mi exceso de equipaje. Tirando poco a poco y una a una mis inseguridades y miedos. Definitivamente estoy creciendo. Comenzando una nueva etapa. Y me siento bien, no sólo por lo que estoy consiguiendo, sino también por que sé que, de un modo u otro, tú estarás ahí conmigo y yo contigo, para apoyarnos, animarnos o para simplemente estar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario