lunes, 21 de abril de 2014

{ rojo }

Como gato que camina por un muro, mis caderas se acercan a ti bajo un turquesa por poco transparente y, en esta oscuridad casi absoluta que nos rodea, te toca adivinar mi silueta mientras intento controlar los latidos que ya a poco están de destrozar mi pecho.
Te respiro. Hueles a nervios, a tensión, a deseo, a tentación. Entre la penumbra tus manos se hacen con mi cintura y la mueven hacia ti. Mis manos se entrelazan en tu pelo, suave, y muerdes mi vientre y te sujeto fuerte entre mis dedos y no puedo evitar que el mundo se desvanezca en una exhalación algo ruidosa, que mi instinto más animal se encienda queriendo investigar cada centímetro de tu piel hasta que no puedas evitar pedir clemencia.
Respira. Bésame y sujeta mis labios con tus dientes, despacio y con fuerza a la vez. Déjate caer como si estuvieras preparado para volar, como si quisieras pasar por el cielo esta noche que hace tiempo que planeo llevarte.
Expira. Olvida cualquier frontera, no habrá límites hoy. Sé que querías ventaja pero déjame empezar que tengo tus manos entre las mías y tu boca me esta pidiendo a susurros ahogados en el silencio que no me detenga. Deja que me encuentre en ti mientras me dejo llevar por las curvas de tu cuello y mi nariz se divierte con mis besos y mi lengua haciéndole complot, convirtiendo tu respiración en música para mis oídos y las cavidades de tus clavículas en segundo plato inevitable.
Vuelve a respirar. Quiero verte de lejos, no sin que antes te preguntes quién demonios inventaría los botones, los cinturones y los dichosos calcetines, y que pienses en por qué no adivinaste antes que todo podía ser usado en tu contra, y es que no hay peor tortura en este momento que prolongar esta interminable espera. Me quedaré con tu camisa, espero que no te arruine el paisaje ahora que ya no hay turquesa. Será solo un ratito, lo prometo.
Aguanta. Bésame antes de que llegues a perder la cordura mientras mis dedos se deslizan desde tu pecho, tu tatuaje, acariciarte y que no distingas entre el dibujo y el papel se añade a la interminable lista de cosas por las cuales me haces sentir especial.
Coge aire otra vez. Pronto cambiarán las tornas. Hasta entonces deja que endulce tus ojos, que erice tu piel a mi paso, que seque tu boca, que abra tus poros. Deja que mis sentidos se agudicen, que encuentre cada camino que hayas trazado para mi, que nuestros cuerpos encuentren la distancia perfecta entre ellos y entre el calor nos lleguemos a fundir hasta que la pasión nos deje sin sentido.
Y despertaré al fin a tu lado, y tú al mio. Seré tu cuadro perfecto, el redoble de tu corazón. Y tú serás el pintor y el pintado, la melodía de mi caja de música. Y entonces, amor, te juro, que cada segundo habrá valido la espera.

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