Besé sus ojos, sus labios,
mi boca bajó a lo largo de su
pecho y rozó el ombligo infantil,
el bello animal, el sexo,
donde su corazón latía a golpecitos;
su olor, su calor me emborrachaban
y sentí que mi vida me abandonaba,
mi vieja vida con sus preocupaciones,
sus fatigas, sus recuerdos gastados.
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