martes, 28 de enero de 2014

{ no lo hagas }

Déjame llorarte como quien llora en un velorio, como quien pierde un ser querido, como quien pierde a su amor. Déjame llorarte con la inocencia de un niño, como la mujer que se arrodilla desecha ante la tumba de su marido, o como quien llora a causa de un intenso dolor. Deja que vacíe mi alma, que mi corazón se deshaga por completo comprendiendo la idea de haber llegado a un fin tan tangible esta vez, que mi cuerpo termine de caer hasta tocar suelo firme. Deja que mis ojos se inunden como si quisieran ahogarme, que mis dedos se retuerzan por no poder tocarte, que mi piel se vuelva áspera y fría mientras anhele tu calor.

Déjame así tal cual, sin que ello te martirice, y es que no quiero tu compasión, por que compasión no es lo que espero que sientas por mi. Espero que sientas alegría, euforia, que tus ojos se iluminen al verme, que tu corazón palpite con fuerza; y sabemos que, ahora y en realidad, no es así. Por eso quiero que me dejes, por que mereces ser feliz y por que, aunque me sienta capaz de facilitarte ese objetivo, ya no es el momento para ello, por lo que no hay de que hablar, si nada puedes cambiar, si acabamos de rendirnos. 

Déjame encerrar mis sentimientos, cambiar la clave y que se pudran allí esta vez; por que de nada me sirven si he de censurarlos, por que no me hacen falta sin ti. Y es que para que quiero ternura si no la compartiré contigo, para que el cariño de mis besos o abrazos si no son para ti, para que mi amor si no lo puedes sentir.

Déjame ya por que aún no sé, no sé olvidar lo que fuimos y así a la larga no se puede ser. Por que no hayamos el camino, por que nos hemos perdido y no sabemos volver. 

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