miércoles, 22 de enero de 2014

{ aún tengo tiempo }

A veces hablo con la gente. Me preguntan por la Universidad y yo les digo que no me gusta mi carrera. Ellos, asombrados, me responden con otra pregunta:

¿Entonces, cuál te gusta? ¿Qué quieres hacer?

Y yo les respondo que no lo sé. Que no tengo respuesta a sus preguntas, que tal vez no haya una carrera para mí o que yo no estoy preparada para esta sociedad. Porque lo cierto es que no lo estoy.

Crecer, estudiar, sacarte la carrera, encontrar trabajo fijo, ganar dinero, casarte, tener hijos. Eso es la felicidad. Tengo que ser feliz con eso.

Pero no lo soy. No es para mí. Si fuera un poco más valiente, solo un poco más, haría lo que de verdad quiero. Dejaría todo, me levantaría, me enfundaría mis botas, cogería mi maleta, mi saco, una caseta, una libreta y mi pasaporte. Y viajaría. Siempre, sin descanso. Me sentaría en cafeterías de diferentes países a escribir mis viajes, mi vida, mis experiencias, la gente que he conocido. Ayudaría a ONGs, me perdería en los bosques, conocería culturas, caminaría hasta endurecer mis piernas; llamaría “hogar” al Mundo...

Pero no lo soy. Y pienso que para eso se necesita dinero, que viajar es complicado, que en algún momento seré vieja y querré descansar y necesitaré un trabajo, una carrera. Que sin ella no tengo casi nada que ofrecer, que mi abuela se moriría del disgusto porque me puede pasar de todo...

Y el brillo desaparece de mis ojos y me pongo a estudiar. De nuevo. 

No hay comentarios: