viernes, 13 de diciembre de 2013

{ hector augusto esquivel }

Ella estaba desnuda ante mi,
pero no estaba desnuda como
quien se quita la ropa,
su desnudez era total
podía ver sus miedos
sus angustias
sus tristezas
su oscuridad difusa y atrayente,
sus monstruos melancólicos
podía verla completamente
sin importar nada más,
aquel privilegio estaba guardado
para aquella persona que supiera llegarle al
corazón
en un instante y supiera adueñarse de el,
hasta llegar a ser parte
de sus latidos.

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