Después preguntas por qué lloro, qué si estoy bien. Mientras, mi ilusión se consume a si misma con cada decepción. Cae entre los satíricos aplausos y las risas pregrabadas de payasos crueles y asquerosos, demonios que vuelven una vez más a hacer hincapié en aquel "te lo dije" de mi ser más racional. Me siento ridícula en mi esfuerzo. Ni en los mínimos de mi exigencia logras ir más allá y reavivar mis ganas por continuar. Todo suena a prioridades que no van a la par, a rutina y demás mierda. Y siento que a duras penas has pasado de mi corteza, a veces incluso me pregunto cuanto sabes de mi, y si me aportas cuanto necesito. Me quedo apática, casi insensible, casi que rehuyo de ti. Y siento que no puedo llegar al otro lado de esta cuerda, si a cada paso que doy tengo miedo de caerme.
Ya no sé como decirte que te echo de menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario