domingo, 27 de octubre de 2013

{ cómodo }

Desperté hoy en mi sofá, mi sofá negro de cuero. Tiene toques en madera tallada y se podría decir que es el sofá más tradicional que he tenido en mi vida. Me lo compré hace ya más de un año y, tras haberlo tapizado nuevamente, me ha llegado a encantar, ha quedado tan bonito y es tan cómodo que me resulta casi imposible levantarme y ponerme a hacer cualquier cosa cuando ya me he sentado en él. Es suave como una caricia y lo suficientemente grande como para sentir que me arropa con sus cojines y me da calor, ese calor de hogar que trae consigo la seguridad de un refugio y hace de mi sofá, algo así como, el lugar perfecto donde huir del mundo. Llevo tanto tiempo con él que ya le he tenido que arreglar algún que otro agujero, aún así para mi no ha dejado de ser el mejor. Pero lo cierto es que, el otro día, me dio por levantarme - menuda ocurrencia teniendo en cuenta lo cómoda que estoy -, y darme un paseo por la casa. Sin saber cómo, acabé en el desván. Puse un vinilo de esas canciones que solía escuchar en aquel tocadiscos casi deshecho de la esquina y me senté en un sillón antiguo que tengo allí, junto a la ventana grande. Está tapizado en una tela celeste y dorada, muy frágil y fina, de estilo rococó. A saber cuantos huecos he intentado coserle, siempre encuentro alguno nuevo. Tiene tallados, también, los bordes en madera, aunque las patas están recubiertas de aluminio, lo cual le da un toque desalineado y firme. Ya casi no me acordaba de cuánto tiempo hacía que no subía allí, supongo que había olvidado lo agradable que era. Así que me quedé. Me quedé un rato escuchando la música que se hacía cada vez más envolvente. Que sensación de paz tan grande me absorbió mientras jugaba con mis dedos en la tela y mis ojos se perdían en aquellos trazos azules. Me vi en un mundo diferente, un mundo paralelo a mi rutina habitual, algo mágico. Se había parado el tiempo, o por lo menos así lo sentí, miles de recuerdos y momentos me vinieron a la cabeza mientras la oxitocina invadía mi cuerpo. Me quedé dormida.

Desperté hoy en mi sofá, mi sofá negro de cuero. Sentí que todo se desmoronaba al darme cuenta de que solo había sido un sueño e intenté con todas mis fuerzas volver a dormirme, ¿acaso ya no estaba cómoda en mi sofá, mi sofá negro de cuero? ¿acaso no es aquí donde quiero estar?

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