miércoles, 2 de octubre de 2013

{ birdy }

Por fin esta lloviendo. Lluvia de gotas frías y enormes que parecen decir que el verano ya no quiere quedarse y prefiere dejar paso a un otoño naranja y lleno de viento, un otoño más. Un otoño menos. La sensación es agradable, es como esos besos cortitos y suaves que, de forma interminable, repartes por mi piel. La lluvia me moja atravesando mi ropa y entrelazándose con mi pelo poco a poco hasta que darme cuenta que me he calado hasta los huesos. Pero da igual, todo en ese instante da igual, y da igual por que me siento viva, como las plantas del balcón que mañana amanecerán simulando un verde esperanza, aquella que respiro últimamente de tu boca en cada aliento, esa que me hace sentir que quiero seguir. Y a cada pequeña brisa, que se cuela entre esas lágrimas infinitas, le acompaña el frío. Se me eriza la piel como si la electricidad recorriera mi cuerpo y el corazón late con fuerza para devolverme el calor perdido. Cuanta paz me da. Cuanta paz siento. Entonces la escucho, su melodía, su voz y no puedo evitar imaginarme a tu lado, compartiendo una taza enorme de té calentito, y tus sábanas, mientras me besas y te beso y nos dormimos así, entre el ruido de su música, de la lluvia, entre las sábanas y las caricias, entre mi fría piel electrizada y tu aromático calor.

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